
“El Desafío del Counselor con personas en Riesgo Social Extremo”
Facilitando su potencial, sus recursos saludables y habilitando la esperanza y
la confianza como un nuevo motor de la vida cotidiana.
Por Clor Mabel Carrera y Clor. Estela Mousten
Rosel Carrere, Lynette Sly, Marta Sarquis, Lucia Cuiñas, Jorge Parra, Gabriela Alfano y Ute Gomez
Equipo Fundación Volviendo a Casa
…las ruinas son a menudo las que nos permiten abrir una ventana al cielo…
El desafío para un Counselor que trabaja en el área de riesgo social extremo desde el ECP se da en el modo en que se acerca a aquel que sufre, que clama, que llora.
La mirada existencial de aquel que es completamente otro,según el filósofo Emmanuel Lévinas,ese otro que convoca miresponsabilidad, es la cara del pobre, la viuda y el extranjero que representa lo irreductible,lo inenglobable, lo absolutamente otro…
Tenemos la posibilidad de ser testigos de “la tendencia actualizante” que entre el abatimiento la aflicción, el agobio, el miedo y el dolor puja en pos de la reparación, la inserción y la esperanza donde una vida nueva es posible.
La “esperanza” puede ser un desafío ético para nuestra sociedad. Nosotros los Counselors trabajando en el área social, nos distinguimos por facilitar los recursos, los dones, las virtudes, de aquellos que han sido condenados, maltratados y olvidados.
Es en el “estar presente” con y a partir de las tres actitudes, donde la relación es el “núcleo” a través del cual podemos aproximarnos al enigma de un otro que nos revela su realidad social, su dolor, su ser único.
Ese modo de intervenir es ya una respuesta.
Decimos que la persona humana es diálogo desde un primer momento, y éste revela la sociabilidad original, porque estar en el mundo es estar en diálogo.
Un ser que responde es un ser terapéutico, la llamada del otro demanda una respuesta y nuestro desafío es jugarnos por el encuentro.
Responder significa confirmar al otro en su identidad.
También hay un co-responderde nuestro grupo, que está disponible; que sale al encuentro, que ve lo extraordinario en el otro, sus recursos, facilitando los “nuevos posibles” para aquellos que están desbordados por condiciones de imposibilidad.
Confiamos en que las respuestas ya están allí, que el individuo las tiene y que el grupo exacerba y traspasa lo individual y rebalsa cualquier significado; el grupo es el instrumento más poderoso.
La escucha atenta, la empatía, la congruencia, el cuidado, el respeto y la posibilidad de conmoverse con el otro que sufre, nos acerca de un modo indecible y permite el surgimiento de modos de expresión, conexión y afecto que llevan a la persona en lo cotidiano a poder plantearse nuevos modos de pensar, de actuar y de sentir que brinden bienestar y ánimos para soñar. Ya no está solo.
Nosotros somos testigos del impacto terapéutico del Counseling en los grupos.
En este acercamiento al más necesitado, nos acercamos a lo vulnerable, lo frágil, lo diverso, lo extraño, lo no convencional, lo increíble, lo desesperante y lo tomamos como una oportunidad para cuestionar nuestro orden, nuestras seguridades, nuestras convicciones, nuestros convencionalismos y valorar la diversidad en formas particulares de supervivencia que encierran las más de las veces profundas riquezas.
Nosotros, el grupo en general, somos "familia" para muchos de los asistentes.La mayoría proviene de una familia excluida o que a ellos los ha excluido.
Nuestro trabajo en parte es descifrar cómo han sido las modalidades entre la persona y su grupo de origen y comprender su conducta posterior, sus reacciones, su comportamiento verbal y no verbal, sus tropiezos, sus huidas, sus enfermedades, su silencio.
Trabajando con grupos, se puede inferir desde dónde escucha cada persona y ayudarla a clarificar alguno de sus comportamientos.
La energía, el dinamismo que circulan en un grupo ayudan a la persona a precisar, captar, salir de su problema o enunciarlo.” (Anne A. Schutzenberger, Ay mis ancestros)Se observa que lo vivido por unos despierta los recuerdos o las reacciones de los demás. Nos ayudamos, nos apasionamos; se ve, se dice.Los participantes llegan a comprender mejor sus circunstancias, sus mitos, sus creencias, su identidad, su historia.
En los grupos, muchos hablan de su dolor, otros lo rumian mientras los demás hablan, ya que hay similitudes en muchas historias.Es asombrosa la empatía del grupo, la calidad de escucha y el respeto hacia el otro.
Son personas que en su mayoría tienen resiliencia, se sobreponen a las adversidades. Luchan y a veces se caen, pero ahí está el grupo para ayudarlos a levantarse.
En esta dialéctica con nuestros consultantes, vamos tejiendo junto a ellos, la esperanza. Para ello nos permitimos cuestionar nuestras creencias, pues solo se puede generar esperanza con un corazón abierto desde donde poder ver al otro como alguien con necesidades diferentes en lo material, pero con quien compartimos la necesidad de amor y de respeto.
El trabajar con gente con una alta vulnerabilidad, requiere de una gran perseverancia y de una gran tolerancia al fracaso, tanto de parte de nuestros consultantes, como de todos nosotros. Los tropiezos existen, el camino no está libre de obstáculos.
A veces cuesta poder imaginar, por ejemplo, lo que se puede sentir,cuando aparece el deseo de ver a un ser querido y no sentirnos dignos para poder realizar esa visita,o quizás, no contar con el dinero para realizarla.
Creemos que una de las cosas más bellas que tiene trabajar con gente con alto grado de vulnerabilidad,es el placer de compartir con ellos las pequeñas cosas, como conseguir una pensión que les permita recuperar su espacio, que alguna vez los avatares de la vida y el precio de aprender a vivirla, hicieron que lo perdieran; o poder comenzar a estudiar, y contactarse nuevamente con el placer que brinda pasar un examen. Aunque quizás no haya nadie al volver, en la próxima reunión va a estar el grupo, que se va a alegrar. Quizás hasta podamos compartir un cálido abrazo, y juntos, compartiendo, con la esperanza en nuestro corazón, mirarnos al espejo y sentirnos orgullosos de SER.
Como personas somos relación. El acercamiento es desde un “nosotros fundamental”.
El ECP ayuda a la sociedad, y en un acercamiento de grupo, éste es un hecho primario en la interfase entre el individuo y la sociedad, y el más importante instrumento para el cambio.
P.Schmit nos dice “la esperanza es la TA de la sociedad” y en nuestro trabajo observamos esto y podemos ratificarlo.
Como Counselors somos atravesados por este desafío personal y social.
¿Qué les ofrecemos a los integrantes del grupo? Las condiciones básicas, la relación centrada en la persona y la confianza en la TA.
La esperanza es la voz de la TA, y nuestro desafío, no “dar esperanza” sino “facilitarla”.
Es muy importante para esta tarea ser curiosos, mirar lo extraordinario, cambiar nosotros mismos si queremos cambiar algo del mundo.
Comprender la relación-persona-sociedad y su poder para facilitar en el grupo, nos hace pensar en el ECP como “socioterapia centrada en la persona”, personas desiguales que aspiran a tener las mismas oportunidades.
Ya Gabriel Marcel había hecho muy finos análisis de la esperanza, y la había considerado como un componente estructural de la persona. Salía al paso, con ello, a la filosofía desesperanzada y trágica de Jean-Paul Sartre y de Martín Heidegger. Para Marcel el ejercicio de la esperanza significa una confianza serena en la realidad y en la persona. Es un modo de profunda apertura al otro y de intercomunión humana; de la relación yo-tú que siempre es creadora. La esperanza me indica, además, que puedo triunfar de todas las decepciones sucesivas, y que, por ello, vale la pena estar siempre en actitud de búsqueda de mejores valores humanos. La esperanza mira siempre al futuro y lo encuentra abierto. La desesperanza lo encuentra cerrado.
La esperanza, si es verdadera, es también un impulso hacia la trascendencia. Sea o no sea consciente de ello, la persona, cuando espera, busca ser más, o, mejor, más ser. Muchos contemporáneos nuestros que se han afanado tanto por acumular y, al final, experimentan el vacío existencial del que habló Viktor FRANKL como característico de las sociedades capitalistas; es decir, la falta de sentido de la vida (cf. Ante el vacío existencial, Barcelona 1980; El hombre en busca de sentido, Barcelona 1982; La presencia ignorada de Dios, Barcelona- España 1981). Ya Kierkegaard advirtió que "el hombre estético", el que vive sólo de los placeres de los sentidos, es, en el fondo, un desesperado. Y remedando al Evangelio podríamos preguntar: ¿de qué le sirve al hombre poseer todo el mundo si su vida no tiene sentido?
Si bien las personas con las que trabajamos no tienen las necesidades básicas satisfechas, tienen en muchas oportunidades el mismo vacío existencial. Y encuentran en el grupo escucha, respeto y afecto, que les permite recuperar la confianza y la esperanza, para retomar sus sueños y percibir que algunos de ellos son posibles de concretar.
Leyendo a C. Rogers, especialmente el Cap 6 de “El poder de la persona”, hemos visto nuestra experiencia reflejada en sus ideas:
El E.C.P y los oprimidos (pág 78-79)
“Yo concluyo que, en una situación que incluya grupos minoritarios, oprimidos, o cualquiera que se sienta impotente:
Si hay una persona con actitudes facilitadoras , que confía y respeta la capacidad de los miembros del grupo para enfrentarse, aceptar, definir y comunicar libremente sus propios problemas, y si éstos son aceptados en forma colectiva e individual, se pone en movimiento un proceso que tiene características únicas: al encontrar que estas actitudes son aceptadas y comprendidas, de algunos miembros surgirán sentimientos, principalmente negativos, hostiles y de amargura, que han estado suprimidos durante mucho tiempo.
Al encontrar que estas actitudes son aceptadas y comprendidas, un mayor número de los miembros del grupo, comienza a expresar libremente sus sentimientos que son reconocidos como únicos. Estos sentimientos se retroalimentan y comienza una confianza mutua que se desarrolla en el grupo cuando los sentimientos basados en experiencias comunes al grupo son clarificados y fortalecidos.
La confianza crece tanto en forma individual como grupalmente, dándose procesos y acciones más innovadores, responsables y constructivos . Los miembros sienten el apoyo suficiente del grupo para emprender acciones, aun cuando implique un gran riesgo para ellos mismos. Saben que no están solos.
La libertad interior
…” Las experiencias de la vida en un campo (de concentración) demuestran que el hombre tiene capacidad de elección. Los ejemplos son abundantes, algunos heroicos, los cuales prueban que puede vencerse la apatía, eliminarse la irritabilidad. El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física.”
La pregunta por el sentido de la vida
“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo. Dichas tareas y, consecuentemente, el significado de la vida, difieren de un hombre a otro, de un momento a otro, de modo que resulta completamente imposible definir el significado de la vida en términos generales. Nunca se podrá dar respuesta a las preguntas relativas al sentido de la vida con argumentos especiosos. "Vida" no significa algo vago, sino algo muy real y concreto, que configura el destino de cada hombre, distinto y único en cada caso. Ningún hombre ni ningún destino pueden compararse a otro hombre o a otro destino. Ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino y cargar con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la situación plantea.”