
“Fortaleciéndome en mis recursos”
Un enfoque sistémico y fenomenológico que me ayuda a ampliar mi mirada para crear nuevas soluciones.
Por Counselor Raquel Gyurkovits Riviere
Noble Anam Cara, Rodolfo Jarrin Bolanti
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Introducción al reconocimiento de nuestros recursos
Los recursos se asocian a los conceptos de capacidades y de fortalezas; estos pueden ser individuales, familiares y sociales.
El reconocimiento de todos nuestros recursos es lo que nos permite superar las dificultades, y evolucionar abriéndonos paso a la vida, como lo hicieron nuestros antepasados. Si en el inventario de los recursos tengo poco o nada registrado, paradójicamente, nuestra mochila, se vuelve más pesada; y el camino de nuestra vida, más difícil de transitar. Por ello es importante poner el foco de atención en lo que tenemos a disposición.
Cuáles son mis recursos disponibles?
Reconociendo nuestros recursos disponibles podemos transitar las distintas situaciones en nuestra vida. Por esto es que la identificación con claridad de los mismos es un buen punto de partida.
Por ejemplo: que cualidades tengo? Soy alegre? Soy bondadosa/o? Tengo una buena escucha? Soy confiable? Soy empática/o? Soy equilibrada/o?.....
Ahora, existen otros recursos en mí que no estoy viendo?
Pueden existir recursos que disponemos y que no estamos viendo.
Un ejemplo muy común es el no reconocer los recursos de nuestros sistemas familiares. Estos recursos se refieren a las fortalezas que existen en cada uno de nosotros al reconocer y honrar a nuestro linaje de sangre, el lugar de dónde venimos, al que pertenecemos, del que formamos parte.
Todo esto sin calificativos desde nuestra personalidad, sino el mero reconocimiento de nuestros orígenes.
He aquí una gran fortaleza disponible, un gran recurso del que podemos hacernos dueños para poder avanzar en nuestra vida y desde allí colaborar con el proceso de un otro de manera más genuina, de manera más congruente.
Siendo los sistemas familiares una fuente de recursos, veamos entonces un poco más en detalle que son los sistemas.
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El pensamiento sistémico y la fenomenología
Una definición amplia de “sistema” contiene cuatro puntos:
1. El sistema es un conjunto de elementos y sus relaciones entre los elementos y sus atributos.
2. Los elementos se influencian mutuamente. Si uno cambia, automáticamente causa un cambio en todo el sistema.
3. Los sistemas son totalidades. Todo lo que existe, existe en contextos totales.
4. El sistema es en cualidad más que la suma de sus elementos.
Esto suena muy abstracto, pero si adaptamos estas definiciones al sistema familiar, ya nos puede parecer conocido:
1. La familia es un conjunto de miembros y sus relaciones entre los miembros y sus características.
2. Los miembros se influyen mutuamente. Si uno cambia, automáticamente causa un cambio en todos los miembros de la familia.
3. Las familias son totalidades. Todos los miembros existen en contextos totales.
4. La familia también cualitativamente es más que la suma de sus miembros.
Los sistemas humanos, en este caso la familia, tienen una condición que es significativa para el comportamiento del ser humano: el afán hacia una finalidad y este es dirigido a la supervivencia de nuestra especie.
El ser humano está condicionado a reproducirse y las relaciones humanas sirven para la vida. La meta ya existe en el pensamiento e incide en la acción. Así que el sistema familiar se encuentra en un proceso perpetuo y está dirigido y unido por leyes visibles e invisibles.
Desde el momento en que entramos en esta vida pertenecemos a un determinado sistema de relaciones familiares. Más tarde formamos también parte de otros sistemas, como el colegio, grupos de amigos, equipos de trabajo y más amplios, como religiones, culturas, países y al final el sistema del universo.
En todos estos sistemas se encuentran Órdenes, en cada uno de distinta manera, que, al respetarlos y reconocerlos, nos permiten avanzar y vivir en sintonía, en caso contrario nos traban. Más fuertemente sentimos los Órdenes en la familia: si los respetamos, el amor puede fluir.
A estos Órdenes se los conoce como los Órdenes de Amor.
Todos somos miembros de nuestro sistema familiar. Todos somos hijos de nuestros padres, que a su vez también son hijos de sus padres, no importa si ya han fallecido, si los conocimos o no.
Nadie puede cuestionar el sistema en el que nació. Tampoco puede negar su familia sin negarse a si mismo. Estamos ligados con profundos lazos de lealtad a nuestra familia y seguimos las leyes que nos dirigen y unen. Como un árbol que tiene su forma y su lugar en el que crece a su manera.
La teoría sistémica es un esfuerzo entre distintas disciplinas que las atraviesa para encontrar lo que los sistemas tienen en común. Hay sistemas en todos los niveles de la realidad.
La fenomenología es un movimiento filosófico que busca conocer a través de experimentar “las cosas” tal y como son.
Utiliza la intuición como instrumento fundamental del conocimiento. La virtud de un buen fenomenólogo es su perfección al mirar y de esta forma captar cada realidad y lo que esta nos trae. La fenomenología investiga la conciencia.
La conciencia es el ámbito donde se hace presente o se muestra la realidad.
Esa realidad que aparece o se muestra en una conciencia recibe el nombre de Fenómeno.
La característica más importante de la conciencia es la intencionalidad, la voluntad de hacer algo. Y siempre está relacionada con otra cosa. La conciencia es más que el conocimiento.
Puedo conocer un árbol, percibirlo, pensar en él, y además me relaciono con él, con recuerdos, con imaginación, con sentimientos hacia él. Todas son diferentes formas de conciencia.
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Los primeros Órdenes
1) El primer Orden es la vinculación.
Cada ser humano está vinculado con su sistema familiar, lo quiera o no. El niño siente la vinculación como amor y felicidad, no importa de qué manera y en qué circunstancias haya crecido. No importa cómo sean los padres. El hijo sabe que pertenece y ese saber y ese vínculo los percibe como amor. Este vínculo tiene un poder enorme porque por ese amor el hijo es capaz de sacrificar su vida.
2) El segundo Orden es el equilibrio entre dar y tomar.
Todos los sistemas humanos tienen la tendencia y la necesidad de equilibrar. Esto es una ley natural y se muestra en relaciones como la necesidad de dar y tomar.
Hay que diferenciar: el intercambio entre hombre y mujer (en pareja) es distinto al intercambio entre padres e hijos. Una pareja tiene la necesidad de compensar lo que ha tomado y dar a su pareja de la misma manera.
En la relación entre padres e hijos, en cambio, no se puede lograr el equilibrio, pues, los padres dan (la vida) y los hijos toman. Tomar implica un esfuerzo, un trabajo, es activo (recibimos la vida, hay que tomarla).
Los hijos nunca pueden dar a los padres lo que de ellos recibieron. Porque el equilibrio tiene que ver también con el tiempo y el orden sigue una jerarquía: aquellos que vinieron antes, dan a aquellos que vienen después. Esto vale también entre hermanos.
3) El tercer Orden son las normas y reglas del grupo.
En todas las relaciones se desarrollan normas, reglas, rituales, convicciones y tabúes que tienen valor para todos. De esta manera se estructura una relación a un sistema con órdenes y reglas. Estos órdenes son conocidos y visibles, pero detrás de estos actúan órdenes invisibles, ya anticipados que no son negociables.
Finalmente, existe una interrelación directa entre estos tres órdenes:
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No hay vinculación sin equilibrio entre dar y tomar y sin reglas.
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No hay equilibrio sin vinculación y reglas.
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No hay reglas sin vinculación y equilibrio.
Nuestra propuesta es vivenciar a través de las distintas prácticas, como funcionan estas leyes sistémicas para que puedas incorporar a tu vida otra mirada que te ayude a encontrar nuevas soluciones, a fortalecerte en tus recursos y utilizarlos.